Alimentar a una población creciente en un entorno de escasez de recursos.
Aunque los alimentos tienen un rol crítico en nuestras vidas, entregándonos los nutrientes que necesitamos para existir y dándonos placer al consumirlos, el rol de la industria alimentaria y de la ciencia de alimentos pareciera no ser tan relevante para la población. Un gran progreso se realizó el siglo pasado en la reducción del hambre, mejoras en la nutrición de la población y en seguridad alimentaria. El aumento en la productividad y los avances tecnológicos han contribuido a un uso más eficiente de los recursos y a una mayor inocuidad alimentaria. Sin embargo, el diagnóstico sobre las amenazas que afectan actualmente al planeta, en términos de la alimentación, es claro y ha sido planteado por diferentes organizaciones a nivel local y mundial. Pero, así como siempre han existido y seguirán existiendo amenazas, nuestra labor es ser capaces de convertirlas en oportunidades y actuar oportunamente por el bienestar de la población.
Alrededor de 795 millones de personas todavía padecen hambre y más de 2000 mil millones sufren carencias de micronutrientes o padecen de sobrepeso u obesidad. En algunas regiones, las personas pasan hambre o están desnutridas porque la cantidad o la calidad de los alimentos disponibles es insuficiente. En otras regiones, grandes segmentos de la población están muriendo prematuramente debido a enfermedades crónicas, como la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardíacas y los accidentes cerebrovasculares, en parte causadas por comer en exceso. Claramente existen problemas con la forma en que hoy en día producimos, distribuimos y promocionamos los alimentos. Además, la seguridad alimentaria que hemos logrado a nivel mundial podría estar en peligro debido a la sobreexplotación de los recursos naturales y el cambio climático, lo que amenaza la sostenibilidad de los sistemas alimentarios.
Se espera que la población mundial crezca a casi 10 mil millones para el año 2050, con un cambio demográfico hacía el incremento en el número de personas mayores. Todas las previsiones apuntan que para el año 2030 será necesario aumentar en un 50% el suministro de alimentos para satisfacer las demandas de la creciente población mundial. Si continuamos con el modelo actual de producción, este incremento provocará una presión cada vez mayor sobre los ya escasos recursos naturales disponibles (principalmente agua y energía) y un deterioro paulatino del medio ambiente que puede poner en peligro la sostenibilidad de la producción de alimentos. Por otro lado, la generación de residuos y el desperdicio de alimentos conforman una proporción significativa de la producción agrícola.
Las cadenas de suministro de alimentos se han extendido drásticamente a medida que ha aumentado la distancia física entre la granja (o el mar) y el plato; el consumo de alimentos procesados, envasados y preparados ha aumentado a nivel mundial. Sumado a esto, los mayores ingresos urbanos tienden a aumentar la demanda de alimentos procesados y alimentos de origen animal, como parte de una amplia transición dietética que ha ocurrido en las últimas décadas. Lo anterior, también favorece la fabricación de productos alimenticios que requieren una gran cantidad de mano de obra, como la comida rápida, los alimentos precocinados y los alimentos preparados. Con estos cambios, el contenido de nutrientes de las dietas se ha modificado. Por lo general, las dietas son cada vez más ricas en sal, grasa y azúcar y, en general, son más densas en energía.
¿Podremos alimentar de forma sustentable con alimentos más saludables a una población de 11 billones de personas? Estoy convencido que la respuesta es sí; pero debemos tomar las decisiones correctas. Necesitamos enfocarnos en resolver ciertos aspectos que nos permitirán modificar, tanto la producción de alimentos, como los tipos de alimentos a elaborar y su distribución.
En términos de producción y manejo de recursos, se necesita un proceso de transformación hacia enfoques ‘holísticos’, como la agroecología, la agricultura climáticamente inteligente y la agricultura de conservación, con el objetivo de hacer un uso altamente eficiente de los recursos naturales. La investigación en nuevos sistemas de producción, mejoramiento genético, uso de bioestimulantes y biofertilizantes, tomará un rol preponderante.
Necesitamos abordar el enorme problema de las pérdidas y el desperdicio de alimentos, estimados en hasta un tercio del total de alimentos producidos para el consumo humano. Además, debemos reducir los residuos y la pérdida de alimentos a nivel de hogar, lo que disminuiría la necesidad de aumentar la producción. La investigación en procesos de extracción de compuestos con alto valor agregado desde los actuales residuos agroalimentarios es un tópico que debe tener un impulso a nivel de Estado para cumplir los desafíos de una economía circular.
Es necesario entender completamente cómo se degradan y absorben los alimentos en nuestro cuerpo. Este conocimiento es necesario para fabricar alimentos que nos hagan sentir más satisfechos, evitando comer en exceso, o que aumenten el nivel de nutrientes saludables absorbidos por nuestros cuerpos. Es necesario derribar mitos respecto a las actuales dietas y su relación con nuestra salud. Que dieta es mejor ¿bajas en grasas? ¿bajas en carbohidratos? ¿altas en proteína? ¿vegetarianas? La investigación en compuestos bioactivos, nutraceúticos, microbiota y nutrición personalizada probablemente generen una revolución respecto a nuestra actual visión de la alimentación y del consumo de alimentos.
La gran cantidad de tierra y recursos dedicados a la producción ganadera, especialmente de carne, impactan negativamente la producción de alimentos. La transición hacia dietas con menor consumo de proteínas de origen animal, privilegiando las proteínas de origen vegetal, ya comenzó. Estrategias para el reemplazo total o parcial de la carne en nuestra dieta deben ser establecidas desde el punto de vista nutricional. Así como deben diseñarse alimentos que reemplacen las proteínas de origen animal por proteínas alternativas, no sólo de origen vegetal, sino también de microalgas o insectos, y que mantengan las características del producto original para consolidar la transición. Asimismo, nuevos productos basados en proteínas alternativas requieren ser diseñados. Una relación colaborativa academia-industria permitirá acelerar la innovación en este segmento alimentario
Seguir haciendo las cosas como lo hemos hecho hasta ahora no es la opción de futuro. Debemos repensar nuestra forma y sistemas de trabajo para diseñar alimentos seguros, de forma sustentable, y que lleguen a toda la población a un precio justo, sin mermar su calidad organoléptica o nutricional. Resulta imprescindible que todos los eslabones de la cadena alimentaria trabajen para mejorar la eficacia de sus procesos, reducir el consumo de recursos y energía y minimizar el impacto ambiental sobre nuestro planeta. El diagnóstico es claro y el cambio está en nuestras manos.
Rommy Zúñiga Pardo
Presidente de Sochital