La XXVIII Cumbre Iberoamericana se ha centrado en abordar el problema del hambre y la inseguridad alimentaria en la región. Según un informe de la FAO, 267,7 millones de personas en Latinoamérica y el Caribe sufren de inseguridad alimentaria, lo que representa el 40,6% de la población. Además, la incidencia del hambre en la región ha alcanzado su punto más alto desde 2006, afectando a 56,6 millones de personas, lo que equivale al 8,6% de la población.
En este contexto, la Cumbre Iberoamericana ha presentado una hoja de ruta para transformar los sistemas agrolimentarios de la región y garantizar la seguridad alimentaria para todos los habitantes. El objetivo es adoptar una «Ruta crítica para alcanzar una seguridad alimentaria incluyente y sostenible en Iberoamérica«, basada en la inclusión y la sostenibilidad.
La pandemia y la inflación han exacerbado este problema, por lo que se hace necesario un compromiso conjunto para garantizar que todos tengan acceso a una dieta saludable y asequible. Iberoamérica es la mayor región exportadora neta de alimentos del mundo, por lo que es crucial que se tomen medidas para garantizar que estos alimentos lleguen a aquellos que más los necesitan.
Responsabilidad compartida
Este plan regional apunta a modernizar los sistemas agroalimentarios con programas dirigidos a los pequeños productores y agricultores familiares, mediante la digitalización del campo, la inclusión, la sostenibilidad, la innovación tecnológica, el fortalecimiento de las cadenas de suministros y el acceso a los mercados.
«La inseguridad alimentaria no la puede resolver un solo país«, afirma a EFE la dominicana Josefina Stubbs, experta en desarrollo social y una de las asesoras de esta hoja de ruta.
«Somos parte de un entramado global y necesitamos el multilateralismo como un elemento fundamental para que los sistemas alimentarios funcionen y que la seguridad alimentaria sea una realidad«, sostuvo la exdirectora para América Latina del Fondo Interamericano para el Desarrollo Agrícola (FIDA).
Stubbs considera vital los programas estatales y la asociatividad para reforzar y proteger a los pequeños productores, que componen el grueso de los sistemas productivos de Iberoamérica.
«Hay que traer tecnología y recursos para invertir en un sector rural que emplea en algunos países hasta el 54 % de la mano de obra local«, recalca Stubbs, quien lamenta que, hasta ahora, muchas veces la asistencia, la financiación y los programas llegan tarde y errados.
Garante alimentaria del planeta
Manuel Otero, el director general del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), cree que Latinoamérica tiene el potencial de convertirse en la garante de la seguridad alimentaria y nutricional del planeta. Según él, el primer paso para lograrlo es implementar programas de protección del suelo y fomentar la asociatividad entre los productores. Luego, se debe avanzar en la digitalización y tecnología para mejorar la productividad, así como en la bioeconomía, un concepto relativamente nuevo en América Latina.
Otero cree que la digitalización puede ayudar a revertir la tendencia migratoria hacia las ciudades al mejorar la productividad y calidad de vida en las áreas rurales. Además, destacó que es posible aumentar la productividad y ser sostenibles al mismo tiempo, y que la agricultura solo puede ser sostenible o no ser agricultura en absoluto.
Cambio inviable sin las mujeres
Según expertos en agricultura, la transformación del sector agrícola en América Latina no puede ocurrir sin la participación activa de las mujeres. Tanto Stubbs como Otero destacan la importancia de dar un papel fundamental a las mujeres en este proceso de cambio, debido a la falta de acceso que tienen a créditos, tecnología, información y derechos en comparación con los hombres. Stubbs cree que las mujeres son una parte crucial de la solución para este problema.
En cuanto al acceso a los mercados, solo el 14,5% de las exportaciones agrícolas latinoamericanas se destinan al comercio intrabloque, en comparación con el 60% de la Unión Europea. Otero señala que el IICA está trabajando arduamente para recuperar este tiempo perdido.
Stubbs aboga por la inclusión de compras públicas del Estado y por la infraestructura necesaria para asegurar que los alimentos se transporten bien conservados. Ella señala que el desarrollo agrícola en América Latina es muy desigual y que esto profundiza las inequidades en la región.
En cuanto a la financiación de esta transformación, Stubbs sugiere una cooperación norte-sur y sur-sur, especialmente en asistencia técnica. Mientras tanto, Otero cree que se ha descuidado este tema y que todos debemos hacer esfuerzos para tener un planeta más habitable y una agricultura más sostenible. En resumen, la transformación agrícola en América Latina solo puede ocurrir si se involucra a las mujeres, se mejora el acceso a los mercados y se obtiene la financiación necesaria para hacerlo. EFE
Fuente: Swissinfo.ch