En 2009 fue anunciada la Política Nacional de Inocuidad de los Alimentos. ACHIPIA estuvo a cargo de su implementación en el sistema de control de los alimentos.
¿Cuánto se ha avanzado en esta misión?
La implementación de la Política Nacional de Inocuidad Alimentaria ha sido exitosa en gran medida, puesto que prácticamente se ha cubierto la totalidad de los temas expuestos en el documento. Además, hemos avanzado en puntos complementarios en los que el tiempo y experiencia nos han permitido trabajar.
Algunos ejemplos de aquello han sido: la creación y puesta en marcha de diversas herramientas de apoyo para fortalecer procedimientos de autocontrol en la micro y pequeña empresa; plataformas para incentivar la generación de nuevo conocimiento o dictámenes científicos en el área; espacios de facilitación, como las Comisiones Asesoras Regionales (CARs), que se complementaron a la Política como medida de descentralización; acciones intersectoriales en temas emergentes o relevantes a nivel país (RAM, Fraude Alimentario, FSMA) y también herramientas para la comunicación de riesgos alimentarios, por mencionar algunos.
¿Cuáles han sido los principales obstáculos que se han presentado?
El principal obstáculo que se ha presentado, de manera transversal, en la implementación de la Política, ha sido la debilidad institucional de la ACHIPIA, debido a que su figura oficial sigue estando basada en una Comisión Asesora Presidencial. Esto ha limitado esfuerzos, dado que, por aspectos administrativos, algunas acciones tienen alcances distintos y además se ha hecho mas complejo el rol de coordinación interministerial.
¿Cómo evalúa los avances en la aplicación de sistemas de gestión de inocuidad alimentaria en la industria alimentaria nacional?
Los avances han sido significativos y con impactos positivos a nivel productivo, lo que en consecuencia ha beneficiado a la salud pública y a la competitividad de la industria de alimentos. Esto se advierte desde el trabajo dedicado que ha mostrado el amplio conjunto de productores y empresas del sector, incorporando sistemas de base para el autocontrol en actividades productivas. Destacan: HACCP (Hazard Analysis Critical Control Point, o Análisis de Peligros y Puntos de Control Críticos) es un proceso sistemático del tipo preventivo que asegura la inocuidad alimentaria; Buenas Prácticas de Manufactura (BPM), Buenas Prácticas de Higiene (BPH), Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), entre otras.
También se debe tomas en cuenta el interés de los productores por adoptar mejores competencias para lograr cumplir con las exigencias en inocuidad alimentaria de los mercados externos. Incluso, hay empresas que están avanzando hacia elementos de desarrollo organizacional complementarios en el área, lo que actualmente es trabajado desde el concepto de cultura de inocuidad.
En este punto, ¿Cómo se encuentra posicionado Chile en el contexto internacional?
Chile es un país con alta reputación a nivel mundial en cuanto al cuidado de la salud pública desde la política de Estado. Respecto a la producción, los alimentos cuentan con altos estándares de inocuidad y calidad; además, existen laboratorios especializados para el análisis químico y microbiológico en alimentos, que cumplen con los estándares requeridos. Incluso mirando el acontecer actual en Latinoamérica, somos pioneros y parte de los líderes en la Región. Así lo ha demostrado el Global Food Security Index, ranking mundial elaborado por The Economist, donde nuestro país ocupa el lugar 28 entre todos las naciones evaluadas y el primer lugar en Sudamérica.
Por otra parte, cabe mencionar que desde el Sistema Nacional de Inocuidad y Calidad Alimentaria (SNICA) han existido esfuerzos ejemplares por acrecentar y mantener un nivel óptimo en la representación de Chile a las instancias de cooperación internacional, donde, además, se ha logrado transferir conocimientos en apoyo a la mejora de otros sistemas de Control de Alimentos de países de la región.
¿Qué incentivos tienen las empresas chilenas en la implementación de indicadores de inocuidad alimentaria en sus procesos productivos?
Estoy convencida de que el primer incentivo en la implementación de la gestión de inocuidad es el resguardo a la salud pública, donde el sector privado tiene una amplia responsabilidad. Además de aquello, también se ha observado que los exigentes requisitos de los mercados han sido un pilar fundamental para incrementar los esfuerzos en la implementación de mejores estándares en el área, lo que apunta a sostener y seguir mejorando nuestra imagen país. A nivel interno tenemos el caso ejemplar en la integración universal del Sistema de Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control (HACCP, por sus siglas en inglés) donde la industria ha respondido satisfactoriamente a los desafíos propuestos.
Cabe mencionar que la acción eficiente de autocontrol en la producción se ha demostrado por la baja aparición de notificaciones de productos chilenos en los Sistemas de Información y Alertas Alimentarias a nivel global.
En cuanto a la aplicación de sistemas de gestión de inocuidad alimentaria ¿Qué empresas llevan la delantera en nuestro país?
Existen sectores más adelantados por la historia económica y potencial exportador. Es muy claro que industrias pecuarias, agroindustriales, acuícolas y pesqueras cuentan con estándares y certificaciones de sistemas de control muy sofisticados, lo que contribuye de forma importante a sostener la seguridad en la materia prima que se exporta, así como también en productos mínimamente procesados o frescos.
¿Cuáles son los principales desafíos que enfrenta la industria alimentaria en esta materia?
El primero de los desafíos es diseñar e implementar sistemas alimentarios sostenibles que cuenten con tres ejes estratégicos para su éxito: inocuidad, seguridad alimentaria y prácticas agroalimentarias sustentables.
En aspectos más específicos, las tendencias mundiales son variadas y en el sector agroalimentario es clave implementar mayor tecnología, automatización de procesos e innovación. Casos como softwares para sistemas de trazabilidad, seguridad de la información o digitalización de empresas y big data. Esto implica tener personal más capacitado. Todos estos se están convirtiendo en desafíos a abordar en el corto y mediano plazo.
En complemento, la industria ha visto que, dada la exigencia de consumidores más consientes con su entorno y la alimentación, deberán entrar a la Revolución Industrial 4.0, la responsabilidad social corporativa y la reformulación de algunos productos para fomentar alimentos más saludables.
Sin perjuicio de lo anterior, existe una amplia preocupación por los efectos del cambio climático sobre la cadena alimentaria, particularmente en la producción primaria, incluyendo el uso del agua. Muchos especialistas a nivel mundial han manifestado la relevancia del trabajo conjunto para abordar aspectos emergentes que como sociedad debemos enfrentar a partir del deterioro de la biodiversidad.
¿Cuáles son los principales desafíos de corto y mediano plazo que enfrenta ACHIPIA?
La formalización de la institucionalidad es un factor prioritario y urgente. La Agencia ha funcionado con bastante esfuerzo dentro de los parámetros actuales, pero sin duda requiere de mayores herramientas para enfrentar los desafíos del mundo presente. Incluso, aquel nuevo impulso institucional le permitiría adaptarse mejor a la realidad que ya está en nuestro entorno, con los desafíos que eso implica y que fueron citados anteriormente. El robustecimiento de la Agencia no puede estar aislado de la sostenibilidad del Recurso Humano especializado que posee y que en este momento es su mayor capital.
En consecuencia, es relevante robustecer ACHIPIA para seguir apoyando el resguardo de la salud pública y competitividad nacional, desde la agregación de valor en la producción nacional, identificación de peligros y riesgos emergentes, hasta el fortalecimiento del trabajo conjunto multidisciplinario e intersectorial.
Nuri Gras
Especialista en Inocuidad Alimentaria
Exsecretaria ejecutiva de la Agencia Chilena para la Calidad e Inocuidad Alimentaria, ACHIPIA.